Desde el mismo momento en que Santa Teresita fue elevada a los altares con la beatificación, figuró su efigie en el Carmen de Santander.
Así nos lo narra El Diario Montañés en el número correspondiente al 5 de febrero de 1924:
"Vivo aún el recuerdo de los espléndidos cultos que no ha mucho celebraron los Padres Carmelitas de esta Ciudad con la cooperación valiosísima de todas las autoridades eclesiásticas, religiosas, civiles, militares... en honor de la mayor gloria de nuestra nación y mujer la más privilegiada -después de María- que registran los fastos de la Historia, Teresa de Jesús, con motivo de conmemorarse el tricentenario de su glorificación, otros cultos no menos espléndidos, celebrados los días 31 de enero, 1, 2 y 3 del actual en la iglesia del Carmen, han venido a avivar más y más este recuerdo de la Virgen de Ávila; otra Teresa (a la que se la nombra en diminutivo, Teresita, por su corta edad y por las características de su santidad) pero que es una rama del árbol de Teresa, la española, que participa de su savia, nueva flor que, abriendo su corola en el Carmelo, nos comunica las fragancias de su madre y que -al cerrarse el centenario de la glorificación de ésta- ha recibido de la Iglesia los honores de la glorificación y pleito homenaje del pueblo cristiano, ha sido el objeto de todos estos cultos. espléndidos, como los celebrados en honor de su madre y -siendo hija legítima suya- con los mismos encantos y atractivos. Sabían a poco, decían muchas personas piadosas, estos cultos, pues se trataba de honrar a un ser tan privilegiado (...).
Si de esto no estuviéramos convencidos, por las simpatías que en todo el mundo ha despertado la nueva Teresa (Teresita), ya Beata, hubieran bastado los cultos con tanta esplendidez celebrados en el Carmen los días pasados y con una asistencia extraordinaria de fieles, para convencernos de ello.
El día 31 de enero comenzaron estos cultos en honor de la nueva Beata, con la inauguración del nuevo altar a ella dedicado y con la bendición de seis nuevas imágenes y la corona de la Virgen. El altar está muy lindamente ejecutado en conformidad con el estilo del altar mayor; las imágenes son de la Beata Teresita, Niño de Praga, Corazón de Jesús y de María, San Alberto de Sicilia, carmelita, y San Antonio. Todas ellas muy bellas, destacando entre todas la de Sor Teresita por su belleza y por ser copia bastante fiel de las fotografías de la Beata. Las imágenes han sido costeadas por piadosas personas y la corona (de exquisito gusto, ejecutada en plata dorada y brillantes) por suscripción.
Nuestro prelado diocesano (a la sazón D. Juan Plaza García), asistido de los señores canónigos de la Santa Iglesia Catedral, Chantre y Penitenciario, bendijo todos estos objetos, hablando con precisión de lenguaje y claridad de concepto sobre el altar y el sacrificio.
Las imágenes en el nuevo altar, principalmente la de la Beata Teresita y la del Niño de Praga, destacaban en gran manera entre la variada y artística combinación de flores y luces, formando todo ello un conjunto muy bello.
La asistencia de fieles los tres días, tanto al ejercicio de la mañana como a la función de la tarde, fue numerosísima, distinguiéndose de una manera especial el último día del triduo.
Como en las grandes solemnidades, desde las primeras horas de la mañana fueron muchos los fieles que desfilaron por la iglesia del Carmen, recibiendo el Pan de los Angeles; en todas las misas se repartieron numerosas estampitas de la Beata con una novenita.
A las diez y media se celebró la Misa Solemne, con asistencia del exmo. e ilmo. Sr. Obispo de la Diócesis. Ofició en ella el M.I. Sr. D. José Goy, canónigo de la S.I.C., asistido de D. Felipe Pérez y de D. Vicente Fernández. El coro de la Comunidad, reforzado con valiosos elementos de la ciudad, interpretó la Misa Davídica, de Perosi. Cantó las glorias de la Beata el M. I. Sr. D. Pedro Santiago Camporredondo, Canónigo Lectoral de la S.I.C.
Por la tarde, al igual que los demás días, predicó el Rvdo. P. Alfredo de Jesús Crucificado. Los sermones de este orador, como el del Sr. Camporredondo, fueron un solo y acabado panegírico de la Beata (...). Ambos dejaron a cuantos los oyeron gratamente impresionados, habiendo recibido por su labor y por su verbo cálido y elocuente numerosas felicitaciones.
En la función de la tarde se cantó solemne "Te-Déum" en acción de gracias y al final se cantó el himno de la Beata -lo mismo que los demás días- compuesto por el P. José Domingo de Sta. Teresa, carmelita, dándose a adorar la reliquia de la Beata (...)".
Ya en su número del 30 de enero anterior, el citado periódico anunciaba que el aludido altar se bendeciría a las 6 de la tarde del 31. También se especificaba el calendario de cultos:
Funciones de mañana del Triduo: Misa de 8 con Ejercicio, cánticos y órgano.
Funciones de tarde: A las 6, con Exposición, Rosario, Ejercicio, Sermón, Cánticos y Bendición con el Stmo. El P. Alfredo pertenecía a la Residencia de Burgos.
Día 3: La Misa de Comunión General, tomando parte las asociaciones establecidas en el Carmen con sus insignias. A las 10,30, Misa de Pontifical.
Los tres días, Te-Déum tras los cultos matutinos y vespertinos.
El alabado retablo neogótico, que se situaba sobre el muro del crucero donde hoy se ubica el Cristo Crucificado y que tantas imágenes acogía no debía ser, pese a todo, de una gran calidad cuando tan solo pervivió por espacio de diez años. Quedó sustituido en las importantes reformas que el templo experimentó en 1934-35 por otro nuevo que labró el escultor durangués Teodoro Basoa y que conservó únicamente las efigies de los Niños Jesús (en cuna y de Praga) y, sobre ellos, la de Santa Teresita, suprimiéndose las demás. Sufragaron el costo del retablo, que costó 4.000 pts., la Pía Unión de Santa Teresa del Niño Jesús y la Archicofradía del Niño Jesús de Praga; cada una de las dos entidades desembolsó de sus fondos un total de 2.000 pts.
Algunas referencias verbales, no contrastadas con documentación, indican que el primitivo altar de 1924 habría estado tiempo atrás en el presbiterio, antes de que se alzara el retablo mayor definitivo, hoy vigente. Las mismas fuentes narran que el provisional lo donó la Marquesa de Santa Elena, cuya casa-palacio era el actual Sanatorio de Santa Clotilde.
Durante la Guerra Civil, en el mes de agosto de 1936, quedaron destruidas las imágenes del Niño de Praga y Santa Teresita, entre otras muchas del templo. Hubieron, pues, de ser sustituidas por unas similares -como las antiguas, sin particular interés artístico- después de la contienda.
Las nuevas importantes obras efectuadas en la iglesia en 1954-55, supusieron la desaparición del altar labrado por Basoa, ya que ocupó su lugar el Cristo Crucificado. Así pues, el antiguo retablo de Santa Teresa pasó a dedicarse al Niño de Praga, debiendo encargarse para flanquear dicha imagen unas efigies más pequeñas de las dos Teresas, las cuales -por un error de medición cuando se pidieron a la casa proveedora- aún resultaron mucho menores de lo que debieran haber sido. Estas son las que hoy se exponen habitualmente.
La Santa Teresita que ocupaba el antiguo altar hasta 1955, de proporciones regulares (en torno a 1,40 m.), fue donada a la Delegación Diocesana de Obras Misionales Pontificias, donde se conservó por espacio de medio siglo. Desmantelados los locales que dicha institución tenía en la Casa de los Arcos de la Plaza de Pombo, volvió la imagen al Carmelo y se halla en la actualidad en dependencias conventuales, ajena al culto.
Por cierto que, recordando a la Pía Unión de Santa Teresita, justo será dedicarla unas palabras: La fundación de esta cofradía en el convento santanderino se aprobó en comunidad por los Padres el 26 de agosto de 1930, siendo prior el P. Toribio de la Virgen del Carmen. Organizó durante muchos años los solemnes cultos anuales en honor de su Patrona, editando unos programas que repartía por los hogares de los socios. Estos ostentaban la medalla propia al cuello en las fiestas de la congregación, cuyos fines eran: "Aumentar la perfección de la vida cristiana, favorecer vocaciones sacerdotales, religiosas y misionales, difundir el culto a la Santa y rogar por los agonizantes". Los socios se comprometían a rezar todos los días siete veces el "Gloria Patri" seguido de la jaculatoria: "Señor, envía a tu Iglesia santos sacerdotes y fervorosos religiosos". Entre los actos especialmente memorables que organizó la Pía Unión puede recordarse la Novena de 1947, cincuentenario de la muerte de la carmelita de Lisieux: en ella predicaron con elocuencia por las mañanas el P. Sergio de Santa Teresa y por las tardes el P. Justo de Santa Teresa; el último día celebró la misa y distribuyó la comunión el obispo diocesano D. José Eguino y Trecu.
Entre los directores de esta asociación piadosa destacaron los PP. Pablo del Santísimo Sacramento, Luis Ángel de Jesús, Tirso de San Agustín, José Benigno de la Virgen del Carmen, Arcángel de Jesús Crucificado... Lamentablemente, su vida se truncó mediados los años 80, habiendo sido su último dirigente el P. Juan José Saenz de Santamaría.
AUTOR: Francisco Gutiérrez Díaz